77 Rojo: la banca siempre gana. ~ Pruébame blogger!

martes, 12 de febrero de 2013

77 Rojo: la banca siempre gana.

Quesejoda, pensaba Fran. Dejarme a mi ahí solo y abandonado, yo que le di todo lo que nadie le había dado, que la amo con locura ¿cómo ha podido hacerme esto a mi? ¿protegerme? ¡ja! me ha dejado tirado, como todas. Me ha usado, igual que la Laurita, igual que Macarena, igual que Sara, igual que... eso me pasa por tonto. Y encima el androide este pesao que no hay quien lo entienda (bueno, si, hay una persona que lo entiende... capaz que Alba me ha dejado porque prefiere a la cosa esta... nunca entendí que vio en "esto"... ¡argh!)
-¡ya no puedo más!

Todos miraron a Fran con cara de extrañados. O más bien, continuaban con caras de extrañados tras escuchar al androide momentos antes. Zoe y Mel se acercaron, y en un arrebato de maternalidad lo acogieron en su seno y trataron de calmarlo y sosegarlo.
-Anda niño, no pasa nada, esto es la vida, unos van y otros vienen, por eso yo y mi hermana siempre estamos unidas.
-(por eso y porque los hombres no dan la talla, empiezan muy bien pero nunca aguantan lo suficiente)
-Esa chica la verdad es que era muy buena y tal, pero mírala, está maldita, ahí con tanto muerto y demás ¿realmente pensabas que podría funcionar? nah, hay un montón de chicas buenas para ti en el mundo, ahí fuera hay millones de oportunidades mejores para ti.
-(¿pero tu lo has mirado bien? no es un guaperas aunque no sea feo y siempre está escondiéndose de los demás... tenemos que espabilarlo un poco, porque si no, no se comerá un rosco en su vida)
-Y mira que tu tienes un futuro brillante y... (¿quéeee? ¿estás insinuando lo que creo que estás insinuando?? ¡¡por dios, que es un niño!!) ...y esto... vaya, se me fue el santo al cielo...
-(ajá, así que ahora si que lo has mirado bien ¿eh?... ¿ves? no está nada mal y tampoco es tan jóven. Hasta tu pudiste sentir ciertas cosas cuando estábamos juntas y él estaba en su mundo con ella... seguro que no estaban jugando al parchis...)
-Ah, vale, estoo.. si, ya recuerdo lo que te iba a decir... que tu lo que necesitas ahora es descansar un poquito...
-(si, claro, ahora lo llamas descansar)
-...tomarte un tiempo a solas... nosotras te llevaremos a un lugar tranquilito, tu no te preocupes...
-(al huerto ¿no? ¿o quizá al pajar?
-...verás como te sale toda esa rabia y frustración que tienes dentro...
-(y más cosas que tienes dentro, claro... o espeso, según)
-...si es que tu lo único que necesitas es un poco de cariño, se te ve de lejos...
-(y no te digo qué más cosas necesitas porque te estropearía la sorpresa)
-...y aquí donde nos ves, somos huérfanas y entendemos como te sientes perfectamente (y tu, deja de hablar en mi cabeza leñe, que ya no sé ni lo que digo y voy a soltar alguna burrada en el momento menos pensado)
-(lo que vas es a algún lugar donde tener intimidad, que te siento igual de cachonda o más que yo... si ya sabía yo que te iba a gustar...)

Fran, indeciso, con las caricias de Mel en el pelo y la mirada tierna de Zoe (la mirada lasciva de Mel no llegó a verla en ese momento), y el ligero sonrosado de las mejillas de ambas y la amabilidad y suavidad con que lo trataban, poco a poco se fue calmando y dulcificando. Una parte de si mismo decía: no es lo que parece, ya sabes como son estas dos, resiste ¡tu quieres a Alba!. La otra parte decía: ¿por qué no? total, la vida sin Alba no tenía sentido, lo mejor que podías hacer es dejarte llevar. Al menos daño no te van a hacer, y ya toda esta lucha de los sabios y demás no tiene sentido para ti.

-Bueno... yo... la verdad es que no sé que pensar. Sólo sé que estoy cansado, muy cansado, que ya nada tiene sentido, que ya no tengo una razón por la que luchar.
-Muy bien, eso mismo es lo que sentimos nosotras (aparte de más cosas, claro).
-No te preocupes, con nosotras estarás a salvo. Te cuidaremos como el hermanito que nunca tuvimos.
-(o más bien como el primito que si que tuvimos y que venía a vernos cuando pequeñas... que bien lo pasábamos con él...)

Y así, los tres se alejaron caminando hacia un sitio tranquilo, seguro e íntimo. Ambrosio se congratulaba consigo mismo... tres potenciales peligros que volvían a la palestra, tres menos de una tacada y una cuarta desatada que le permitiría acabar poseyendo a Muerte... si es que soy buenísimo...

En otra parte, a Alba, que aún mantenía un enlace mental con Fran, se la llevaban los demonios. Aún dudó mucho sobre su papel, sobre si hacía bien en escuchar a Ambrosio después de todo, de si no estaría cayendo en una trampa. Ahora todo le daba igual, había descubierto la naturaleza de las personas ya desde muy pequeña, toda su vida había vivido apartada y en la única persona en la que había creído de verdad ahora le daba una puñalada y se largaba con las dos lagartas... si es que se veía venir, no dejaba de mirarles el culo. Se iba a enterar. Pero no él solo, todo el mundo. Iba a convertirse en La Muerte y luego iba a acabar con todos.

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